Reseña de «La muerte en la niebla» de Marisa Villardefrancos

Quizás recordaréis que ya reseñé un bolsilibro de esta autora. Fue una sorpresa agradable. En principio, Marisa no es de las escritoras de este formato más conocidas. Dedicada casi toda su carrera al género romántico y a algunas publicaciones juveniles, es un nombre que puede pasar desapercibido en un nicho que de por sí ya es poco visible.

Sin embargo, no cabe duda de que la autora gallega escribía realmente bien. Lectora voraz y sumergida en mundos imaginarios como pocas, demuestra estar por encima de la media en cuanto a escritores de bolsilibros.

Bolsilibro de Marisa Villardefrancos

Pude darme cuenta cuando os hablaba de Una brizna de hierba y ahora, tras acabar este, puedo corroborar que aquello no fue flor de un día. Al parecer, Marisa Villardefrancos se esmeraba en sus novelitas. Ahora que lo pienso, creo haber leído que tuvo no pocos problemas con las fechas de entrega. En ocasiones, diría que lo pasó bastante mal, circunstancia agravada por sus achaques de salud.

No es difícil intuir que Bruguera les hacía firmar a sus autores contratos leoninos, con fechas de entrega muy complicadas de cumplir y un número de novelas anuales que tenían que completar a tiempo. Casi puedo visualizar a Marisa elaborando cuidadosamente sus cuartillas y mecanografiándolas con mimo, mientras que otros colegas de trabajo usaban algunas tretas para rellenar las páginas y lograr entregar los manuscritos…

Pero podría ser una fabulación por mi parte. Lo que es evidente, a falta de leer más bolsilibros de ella, es que era una muy buena escritora y se tomaba en serio su labor. Marisa debía tratarse a su vez de una lectora voraz de clásicos y de todo tipo de obras que, con casi toda seguridad, permeaban en sus páginas. Mientras otros bebían quizá de películas de sobremesa y series de televisión mundanas para plagiar situaciones en sus bolsilibros —algo que a nadie se nos escapa que estaba a la orden del día—, ella parecía inspirarse en obras de Emily Brontë y Bram Stoker, por citar solo un par de clásicos.

Pero dejemos de divagar y vamos a por el presente La muerte en la niebla. Otra vez nos encontramos con un bolsilibro en principio romántico, o al menos publicado en una colección de ese género, que, sin embargo, se sale totalmente de la norma y se adentra en otros derroteros. Y es que estamos ante una novela que tiene más de misterio, posiblemente thriller, e incluso con tintes sobrenaturales.

No, no ha sido una circunstancia fortuita. Hay que señalar que mi amigo Manuel García y yo llevamos un tiempo buscando posibles obras de la autora que no sean de amor, digamos que convencionales. Una tarea que no es sencilla, ya que tratamos de intuir por el título esa posible temática «alternativa» y es cuestión de rezar para que así sea. También hay que tener en cuenta que en la mayoría de las ocasiones son publicaciones que solo contaron con una única edición y con tiradas, apuesto, no muy largas. En resumen: difíciles de conseguir.

Pero con La muerte en la niebla hemos dado en el clavo y estamos ante algo muy similar a lo que pudimos disfrutar en Una brizna de hierba. Una relato de corte gótico, ambientado en otro país —esta vez le toca el turno a Dinamarca— y con un misterio que envuelve a seres de ultratumba y posibles hechiceras. Sí, hay una historia de amor también. Aunque, si os soy sincero, diría que metida con calzador y como una subtrama secundaria.

El protagonista llega a tierras danesas para hacerse cargo de un proyecto laboral a largo plazo y tendrá que buscar alojamiento. El lugar, por pura casualidad, resulta ser una preciosa casa al lado de un acantilado, en la que viven dos guapas y enigmáticas hermanas. Marisa Villardefrancos crea desde los primeros pasajes una atmósfera de sospecha y una ambientación verosímil con múltiples detalles geográficos y de la idiosincrasia del país. Una cuestión que tiene su mérito y que practicaban algunos escritores de bolsilibros con mayor o menor fortuna, que muchas veces apenas habían salido de sus pueblos o ciudades, así que lo de viajar por el mundo para documentarse resultaba un sueño imposible.

Escritora gallega
La autora, trabajando en su despacho (culturagalega.org)

Esta novela corta destaca de nuevo por una mezcla acertada en el narrador. Múltiples narradores y no solo eso, sino que los hay en primera y tercera persona. Una demostración más de la sabiduría y el buen hacer de la escritora gallega. En Una brizna de hierba ya pudimos ser testigos de algo similar; aquí usa la tercera persona como vehículo narrativo principal, aderezándolo con primeras personas de diversos personajes relevantes. Las voces subjetivas siempre a modo epistolar, y son lo suficientemente flexibles para contener diálogos que hacen fluir la narración y que logran hacernos olvidar que leemos simples cartas.

Por supuesto, Marisa puede jugar con la baza del narrador no fiable; nunca puedes estar seguro. Más si tenemos en cuenta que el argumento trata de las dos bellas hermanas de las que en el pueblo se sospecha de sus prácticas de brujería. No solo eso, sino que varios de los anteriores inquilinos de su bonita morada han muerto en circunstancias que no están del todo claras. Para añadir tensión, uno de sus hermanos, fallecido entre las rocas del acantilado en horribles circunstancias, se aparece en días de niebla ensangrentado y gritándoles desde el otro mundo.

Una novela casi impecable en lo técnico y en lo referente a su trama. Se lee casi de un tirón y estoy seguro de que se trataría de una pequeña joya para los pocos que pudieron disfrutarla en su día. En cuanto al componente romántico, me atrevo a aventurar que Villardefrancos se las ingenia para añadir un interés amoroso un tanto forzado pero presente. Primero con los escarceos y besos del protagonista con la adolescente, para luego escalar de forma un tanto increíble con la misteriosa hermana mayor, en la que recae todo el peso argumental y el quid de la cuestión.

Si los editores de Bruguera de la época le pedían una novela romántica que encajase en la colección... bueno, es una novela rosa, hasta cierto punto. Siendo sinceros, los componentes de terror, misterio e incluso detectivesco creo que están muy por encima y constituyen una mayor relevancia.

Hasta aquí voy a contar, prefiero no adentrarme más respetando a los que tengáis la suerte de leerla. Como comenté antes, son bolsilibros difíciles de conseguir y es una pena que no hubiera reediciones y que no se vuelvan a publicar.

Para finalizar, solo apuntar que La muerte en la niebla es una excelente novelita que destaca por su singularidad y calidad literaria. Si me apuráis, os confieso que a servidor le gustó más Una brizna de hierba, pero la presente no queda muy rezagada.

Lo voy a ir dejando, puesto que mientras escribo esto la bruma se espesa y me impide ver con claridad. Reivindicar a autoras como Marisa Villardefrancos nos lleva a reflexionar sobre cuántos escritores y obras permanecen sepultados en la indiferencia, atrapados en ese vasto y poco estudiado marasmo de publicaciones populares de décadas pasadas. En un país donde el pulp y la literatura de masas han carecido de la atención y documentación que merecen, resulta inevitable preguntarse cuántas joyas literarias, nacidas de la pluma de autores ignorados, siguen esperando ser redescubiertas. Pérdidas o muertas en una niebla; en la niebla del olvido…

Si te ha gustado la reseña te pediría que echases un vistazo a mis libros. Yo también escribo bolsilibros y creo que alguno podría gustarte.


Alfonso M. González "Alan Dick, Jr."

Novela corta de Bruguera

1970, Bruguera. Colección Amapola nº 969. Ilustración de la cubierta: ??