Reseña de «El sol de medianoche»: redescubriendo a Lou Carrigan y su espía Brigitte ‘Baby’ Monfort

Soy idiota. Sí, amigos. Sin paños calientes. En ocasiones soy un estúpido, no puedo remediarlo. Uno de los motivos es que, aunque no lo pretenda, prejuzgo. Es un mal vicio. Trato de ser mejor día a día, pero en ocasiones uno baja la guardia y los viejos hábitos vuelven…

Eso es lo que me ha sucedido con el autor que aquí nos ocupa: Antonio Vera Ramírez, la persona real detrás del seudónimo Lou Carrigan.

Lou Carrigan

Lo cierto es que, al parecer, podríamos considerar que tuve mala suerte con este escritor de bolsilibros. Estas publicaciones se extendieron durante décadas en los quioscos, ofreciendo novelitas populares a muchos españoles con abundantes ganas de soñar y pocos recursos. Por lo tanto, el número de escritores que nutrieron estas páginas de papel de pulpa en esos años es abundante. Es cierto que hay unos cuantos sobradamente conocidos, pero siempre puedes probar con nuevos nombres. O mejor dicho, alias o seudónimos, que es lo que solían usar.

Como digo, con Lou Carrigan lo intenté con una de ciencia ficción. Fue una novela que no recuerdo ahora el título, publicada en una de las últimas colecciones de Forum, bien entrados ya los 80 y tras el debacle de Bruguera, que acabó suponiendo, a la postre, el fin de los bolsilibros. La novelita creo que era mala. Me pareció muy floja y, de alguna manera, metí erróneamente a ese tal Lou Carrigan en mi cajón mental de “este autor no me gusta”.

Sin embargo, diría que algo más de un año después, tras leer múltiples bolsilibros y, a pesar de recurrir casi siempre a mis autores favoritos, probé suerte con otros y cayó en mis manos un western de Carrigan. Probablemente estaba a punto de escribir Vance Lorigan y leí bolsilibros del oeste de toda ralea. Se llamaba Morir es para siempre y me sorprendió gratamente. Era un relato duro y descarnado, bien escrito. Reevalué… quizá me había equivocado con Lou Carrigan

A continuación me topé con un policíaco suyo. Venía incluido en un recopilatorio llamado Bang, bang, estás muerto! Vol. II. La novelita se llamaba La cucaracha y también me gustó. Parecía claro que había entrado con mal pie con Carrigan en aquella incursión en la ciencia ficción. Tendría que reconsiderarlo…

Sin duda había prejuzgado a Carrigan. Indagué más y di con su página web, donde había colgado algunas de sus novelas inéditas de forma gratuita. Sabía que Antonio Vera publicó algunas novelas románticas con otros seudónimos, así que descargué y leí esa Mi amante en Venecia que hacía pública en su sitio web. Resultó ser otra grata sorpresa. Era una novela rosa con tintes eróticos que me pareció una maravilla. ¡Y eso que es un género que en principio no me llama demasiado!

Y ahora me ha sucedido de nuevo con este El sol de medianoche. Ya no ha sido una sorpresa, más bien una confirmación. Un bolsilibro de su longeva saga de espionaje protagonizada por Brigitte “Baby” Monfort, su personaje fetiche, donde Antonio volcó con casi toda seguridad sus energías creativas con ahínco.


NEVER "PREZUZGUES" AGAIN

Desconozco el motivo, pero también había prejuzgado las novelas de Baby. Ya os dije que soy idiota y mi estupidez me lleva a esos comportamientos. No sé por qué pensé que eran novelas de baja calidad, con el señuelo fácil del erotismo. Quizá las vinculaba erróneamente con la época del destape y creí que las llamativas cubiertas no eran más que eso: reclamos vacíos para llamar la atención del incauto lector.

Por otra parte, si el personaje de Brigitte es casi una epopeya que abarca 500 novelas… quizá era conveniente tenerlo en cuenta. Tal vez si había tenido tanta aceptación y se convirtió en una serie de probado éxito, sería por algún motivo, ¿no es cierto? Aunque no siempre lo que gusta a las masas tiene que ser intrínsecamente bueno. Sin ir más lejos, Marcial Lafuente Estefanía fue un éxito arrollador con un ingente número de novelas y… no es mi cup of tea.

Sin embargo, con Baby no podía estar más equivocado. Sol de medianoche es un estupendo bolsilibro, tal vez uno de los mejores que he leído, demostrando que a Lou Carrigan hay que tenerlo muy en cuenta. Podría ser incluso uno de los mejores escritores de estas publicaciones… ¡Así que no podía estar más equivocado!

Espía creada por Lou Carrigan

UNA DE ESPÍAS NO PRECISAMENTE DE SERIE B

La historia arranca con la explicación del fenómeno natural que da nombre a la novelita, y he de reconocer que desconocía por completo. Eso le sirve a Carrigan como hilo conductor de toda la trama, al que acude con maestría en varios momentos claves de la misma. Sol de medianoche tiene aroma de película. Creo recordar que este autor escribió algunos guiones de cine e incluso algunas de sus obras fueron también adaptadas a la gran pantalla. Pues esta historia bien podría ser el libreto de un filme. Me atrevo a aventurar que se podría hacer una estupenda película si se adaptara.

Y es que estamos ante un bolsilibro que me resulta ejemplar en el género del espionaje. El argumento gira en torno a Yuri Yerkov, un agente ruso con una fama bien merecida de asesino despiadado y que ha huido de los soviéticos con importantes documentos. Sus condiciones están claras: solo negociará con Brigitte Monfort, nuestra espía protagonista.

Monterrey

Otro de los temas estrella de este bolsi es la presencia femenina con este personaje arrollador al que consigue dar vida Lou Carrigan. Una superespía y superagente que deja por los suelos a fulanos de la talla de James Bond (al menos al de la gran pantalla), y no estoy exagerando.

En unos tiempos en los que estamos asistiendo en ocasiones a tramas metidas con calzador en aras de un supuesto empoderamiento de la mujer, no pocas veces forzadas, artificiales y oportunistas, Sol de medianoche da una lección en este sentido y además en retrospectiva, con una Brigitte “Baby” adelantada por completo a su tiempo. La señorita Monfort es bella, inteligente, una mujer consciente de su atractivo sexual pero a su vez plenamente integrada y naturalizada como protagonista en una novela que se publicó en 1972. No esperéis conductas machistas, en muchas ocasiones muy comunes en este tipo de publicaciones ya que reflejaban una época y unas costumbres sociales. Brigitte rezuma grandeza porque ella lo vale y su género es algo secundario; ni siquiera se valora eso, en algo que podríamos considerar como auténtica igualdad.

Así que nada más lejos de lo que encontraremos en la totalidad de bolsilibros clásicos, donde las mujeres tenían un papel de meras comparsas y casi siempre abocadas al rol de damiselas en apuros, Baby es un personaje completamente vanguardista y que en su día debía ser rompedor por su fuerza y modernidad.

Con esos mimbres de un protagónico carismático y columna vertebral del sarao, Lou Carrigan compone una perfecta novela de espionaje con todos los ingredientes necesarios, y sin ninguna fisura en la documentación, ya sea geográfica o que pueda comprometer la verosimilitud en cuanto al marco geopolítico de la época. En alguna entrevista, el autor declaró que había lectores que aseguraban que él mismo debía haber sido un agente secreto y, dada la ilusión que consigue con su ficción, no me extraña en absoluto que circularan esos rumores...

Carrigan resuelve el interesante conflicto que plantea con maestría y es capaz de escondernos con habilidad sus cartas en un juego de equívocos tan impredecible como satisfactorio.

Dicen que es de sabios rectificar y no sé si lograré hacerlo porque ya les dije a ustedes que soy idiota… Sin duda fue una estupidez desconfiar del potencial de Antonio Vera Ramírez y de su eterna Brigitte Monfort “Baby”.

De momento me esperan 499 razones para llevarme la contraria. Habrá que tomárselo con calma y disfrutar entretanto de la lectura.

Alfonso M. González

P.D. Tenéis más información sobre Brigitte en el blog del amigo Stéphane Venanzi: aquí.

P.D2. Y hablando de bolsilibros, si te ha gustado esta reseña, te invito a que leas algunos de las míos. Escribo bajo el seudónimo de Alan Dick, Jr. y tengo varias novelitas en mi colecciones MISCSCI-FI que podrían interesarte. Puedes encontrarlas aquí.


1972, Bruguera. Colección ZZ7 nº 161. Ilustración de la cubierta: Por confirmar